Ya dije que volver?a a tratar del pintor Antonio Villamor (Almeida 1661?Salamanca 1729). Cumplo mi palabra. Dir?, en primer lugar, una simpleza: hasta para nacer hay que tener suerte. Uno no puede elegir el ?mbito en el que viene al mundo; ni la fecha, ni el lugar, ni la familia. Y si, como suele decirse, para todo hay que tener suerte, para esto mucho m?s, porque toda la vida del neonato, para bien o para mal, va estar condicionada por las mencionadas circunstancias de base.
En el caso de nuestro ilustre paisano, s?lo la mala fortuna de ser nacido en una ?poca en la que en su g?nero descollaban grandes genios (Murillo, Ribera, Carre?o de Miranda, Palomino, Claudio Coello, Rizi, etc.) le priv? de mayor gloria y predicamento para s? y para su obra en la Historia del Arte. Al menos le cupo la suerte de contar con sus t?os Santiago y Andr?s, hermanos de su padre, con taller, trabajo y reconocimiento en la ciudad de Valladolid, sede de la Corte del Reino hasta 1606 y centro del arte castellano de entonces. Ellos fueron quienes le ense?aron el oficio, pues los cronistas que a ?l se refieren le tachan de haber aprendido con la pr?ctica. El primero en hacerlo, en 1788, cincuenta y ocho a?os despu?s de su muerte, fue Antonio Ponz, Secretario de S.M. y de la Real Academia de San Fernando, individuo de la Real de la Historia, y de las Reales Sociedades Bascongadas, y Econ?mica de Madrid, etc., quien en su obra Viage de Espa?a en que se da noticia de las cosas m?s apreciables, y dignas de saberse, que hay en ella, tomo XII, p?g. 234, escribe:
Hubo un Pintor en esta Ciudad (Salamanca) coetaneo de Palomino, llamado Antonio Villamor, natural de Almeyda de Sayago en el Obispado de Zamora. Vivi? con cr?dito de profesor muy habil, y efectivamente tuvo mucha pr?ctica de pintar a fresco, y de otras maneras: solo en la cient?fica raz?n del arte, que los inteligentes buscan en las obras, se hallan notables faltas. Pint? mucho en Salamanca, y de su mano son en esta Iglesia (San Esteban) las obras de la capilla de nuestra Se?ora del Rosario, y las de otra intitulada del Santo Christo de la Luz. Dicen, que Palomino le llamaba su competidor; pero Palomino era modest?simo, y honrador de todos. Muri? Villamor de sesenta y ocho a?os en 1729 del siglo presente, y fue muy caritativo con los pobres.
De manera notablemente cursi y remilgada se expresa Ponz al respecto. Aunque es bien posible que ni ?l mismo comprendiera el significado exacto de su superferol?tico p?rrafo: ?solo en la cient?fica raz?n del arte, que los inteligentes buscan en las obras, se hallan notables faltas?. Mucho me gustar?a a mi saber en qu? consiste exactamente ?la cient?fica raz?n del arte?. O mejor a?n, ?responde el arte a una raz?n cient?fica? Mire usted por donde yo lo que echo en falta es una raz?n art?stica de la ciencia. No hay m?s que echar una mirada a multitud de horrendos artilugios y aparatos cient?ficos para reclamarla. En cualquier caso, si las presuntas faltas que este individuo encuentra a Villamor s?lo en esa abstracta futilidad est?n basadas, es de caj?n que m?s bien carece de fundamento su apreciaci?n.
El problema que de aqu? se deriva es el siguiente: siendo Ponz el primero que escribe sobre el pintor de Almeida, sucede que los sucesivos se conforman con copiarle y, en vez de investigar por su cuenta, se limitan a repetir la misma cantinela. As? suceder? en 1800 con Agust?n Ce?n Berm?dez que en su Diccionario Hist?rico de los m?s Ilustres Profesores de Bellas Artes de ?Espa?a, dej? dicho:
Villamor (Antonio) pintor. Naci? en el lugar de Almeyda de Sayago del obispado de Zamora el a?o de 1661, y aprendi? su profesion en Valladolid con sus t?os Santiago y Andres Villamor. Por muerte de estos se estableci? en Salamanca , donde pint? muchas obras al fresco, temple y ?leo con mas pr?ctica que ciencia en el arte. Tales son las pinturas de las capillas de nuestra se?ora del Rosario y del santo Cristo de la Luz en el convento de S. Est?ban de los PP. dominicos. Quando Palomino estuvo en aquella ciudad le llamaba su competidor, y seguramente no lo era; pero Palomino, que trataba bien ? los profesores, le honraba con este t?tulo. Falleci? Villamor en Salamanca el a?o de 1729, y fu? muy sentida su muerte de los pobres por la caridad que habia exercitado con ellos.
?As? se escribe la historia! Al dictado de la holgazaner?a y siguiendo la inveterada ley del m?nimo esfuerzo. Pero no fue esa la regla que me ense?aron a mi en mi pueblo mis padres, mis maestros y buen el ejemplo de mis coterr?neos. No fue ?sa, sino justamente la contraria, que unida a mi curiosidad innata y a mi af?n de ir un pasito m?s all? Pues, bueno, el muchacho comil?n y su madre que lo atasca, el resultado no pod?a ser otro. ?Un hallazgo!
Encontr? un buen dato en A Dictionary of Spanish Painters by A. O?Neil. Publisher by O? Neil., 68, Newman Street, London 1834, en su Volumen II, p?g. 281. Se trata del siguiente juicio sobre Villamor:?on the death of whom it is not improbable that Antonio, anxiuos to proceed in his studies upon a more enlarged system, might have visited Rome, or, at least, carefully copied some of de Works of the great Italian masters, as his manner of desing and execution was superior in all respects to that of his instructor. (O sea: "a su muerte, Antonio que estaba ansioso por avanzar en sus estudios en un mayor grado, probablemente pudo haber visitado Roma, o, al menos copiado cuidadosamente algunos de los trabajos de los grandes maestros italianos, ya que en dibujo y en ejecuci?n sus cuadros fueron superiores en todos los aspectos a los de su instructor.")
Estoy muy orgulloso de poder a?adir esta cita, hasta ahora subyacente, a la bibliograf?a de nuestro ilustre paisano. Por casi toda, lo puedo asegurar, he paseado ya mi vista y no hay autor nacional ni extranjero que haga menci?n de este posible viaje o estudio en profundidad de los maestros italianos. Ni siquiera Montaner L?pez que es quien m?s seria y profundamente ha estudiado tanto su vida como su obra. Ahora queda nuestro protagonista en mejor lugar, y por eso me alegro.?De todo ello hablaremos en una pr?xima entrega. (Continur?)